“Educar a un niño es como sostener en
la mano un jabón. Si aprietas mucho sale disparado, si lo sujetas con
indecisión se te escurre entre los dedos, una presión suave pero firme lo
mantiene seguro”
¿Por qué a los padres
nos cuesta establecer normas?
A lo largo de este post, se va a intentar dar
respuesta a esta cuestión, así como se darán pautas para establecer algunas
normas y poder actuar desde el hogar.
Con frecuencia escuchamos frases como mi
hijo no obedece, no quiere irse a la cama, no ordena sus juguetes, no quiere
apagar la televisión, se pone a llorar si le digo que se ponga a hacer los
deberes, tiene pataletas…. pero en realidad esto no es más que las demandas que
tienen los padres cuando no saben cómo establecer normas y límites a sus hijos.
Es cierto que todos sabemos que para la educación de nuestros hijos, es muy importante que haya una
disciplina en el hogar, para que ellos puedan interiorizar los límites, es decir,
nosotros como padres, debemos tener las habilidades necesarias para poder
establecer las reglas con firmeza, consistencia y claridad para que nuestro
hijos puedan seguirlas.
Llegados a este punto, os estaréis
preguntando:
¿Para qué nos sirven
entonces los límites?
Pues bien los límites, al igual que el cariño
son una muestra de amor y preocupación por nuestros hijos, puesto que les da seguridad y al mismo
tiempo los protegen, es decir, los niños sentirán que la autoridad (no
autoritarismo) radica en los padres y solo así es como ellos se sentirán
protegidos y seguros.
Primero somos nosotros los que ponemos
los límites, se trata de una voz exterior que reciben por parte nuestra, que
con el tiempo se convierte en una voz interior
que les ayuda a tener mayor autocontrol, regulando su propio
comportamiento y más adelante tener la capacidad de decir no, cuando se hallen
en cualquier situación donde tengan que hacer algo con lo que no estén de
acuerdo.
Tenemos que decir que cuando estamos
hablando de normas y límites nos estamos refiriendo a la regulación la
conducta, pero no a los sentimientos que acompaña esa conducta, de manera que
lo que no podremos impedir es que llore o se enfade, cuando consigamos por
ejemplo que apague la televisión o haga los deberes en su cuarto.
El motivo por el que nos cuesta
establecer límites puede ser por distintas causas,
entre ellas:
a) Al querer ser aceptados por ellos,
pensamos que poniendo límites los alejaremos de nosotros.
b) Al pasar poco tiempo con ellos, nos
entra un sentimiento de culpa, que queremos rellenar permitiéndoles todo.
c) Con el trabajo estamos cansados y
nuestro objetivo final es lograr que hagan las cosas, de manera que cedemos
pensando que la próxima vez que se dé la conducta nos irá mejor, pero
comprobamos que no es así.
d) Los padres constantemente nos
contradecimos a la hora de poner las normas, de manera que al final el niño no
sabe a quién obedecer.
e) Paciencia, con frecuencia recurrimos
a los gritos, castigo , dándonos por vencidos rápidamente.
No debemos sentirnos mal si algún día
nuestro hijo desobedece las normas que hemos puesto, eso es porque está probando para ver hasta
dónde puede llegar y cuál será nuestra reacción si no la cumple. Es en este
punto donde le tenemos que demostrar la consistencia y firmeza en lo que
decimos y hacemos.
Una vez dicho todo esto, vamos a
acabar dando unas pautas de ¿cómo establecer normas y límites?
Lo primero que tendremos que tener claro es
que debemos mostrarnos firmes y seguros, es decir, lo que digo y mi conducta no
verbal (la expresión facial en este caso) deben decir lo mismo. RECORDAD
SIEMPRE QUE SER FIRMES NO IMPLICA DEJAR DE SER CARIÑOSOS, (mi tono de voz
indicara cariño mientras que mi expresión indicara firmeza).
PAUTAS A SEGUIR:
- Lo primero que hay que hacer es DAR INSTRUCCIONES CLARAS, con frecuencia decimos “pórtate bien” “no hagas eso”, etc sin saber que estas instrucciones son inespecíficas, ya que para cada persona tienen un significado. Es por ello que hay que darles normas claras y concretas, por ejemplo, “coge mi mano para cruzar el semáforo”, “lávate la cara” “ recoge tu cuarto”, “siéntate para comer”, esto nos dará mejor resultado.
- Evitar el NO, los niños responden mejor a mensajes positivos, y cuando saben exactamente qué es lo que tienen que hacer.
- Evitar la sobreprotección, de esta manera le estamos diciendo “no eres competente”, es mejor actuar desde la comprensión ya que esta promueve la fortaleza.
- Se trata de sancionar la conducta no al niño. En lugar de decir “eres un desobediente”, es mejor decirle, “ es hora de que te sientes a comer, o hacer los deberes”, debemos evitar por todos los medios ETIQUETAR A LOS NIÑOS.
- Evitar decir “quiero que…”, porque con esta frase estaremos irrumpiendo en el chantaje emocional, o lo que es lo mismo una lucha de poderes, por ejemplo en lugar de decir “quiero que apagues la televisión “, mejor decir “ es hora de apagar la televisión e irse a dormir.
- Surgiera alternativas aceptables por ejemplo “no te puedo dar el helado antes del almuerzo, pero te lo puedo dar después.
- Explicar el porqué de las cosas de forma clara, corta y sencilla. Antes de dar una larga explicación que puede distraerlo, manifieste la razón en pocas palabras. Por ejemplo: “No muerdas a las personas. Eso les hará daño”; “Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar aún con ellos”.
- Es de suma importancia el control de nuestras emociones, ya que si recordamos como decíamos al principio la disciplina es enseñar a los niños cómo comoportarse y no podemos enseñarles un buen comportamiento si nosotros estamos alterados o de mal humor.
- Para finalizar nos gustaría acabar diciendo que recordemos siempre que nuestros hijos son grandes observadores y aprenden por imitación, y son los padres y la familia sus principales referentes: SEAMOS UN EJEMPLO A SEGUIR.
“Para
educar hace falta la tribu entera”
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