En nuestra travesía la tripulación ha
sufrido una epidemia de un violentovirus que hace que nuestros navegantes se estén
comportando de manera violenta: insultan, dicen palabrotas, desobedecen…

Esto ha hecho que desembarquen en la
isla de La PAZ para que un equipo médico les administrara la vacuna PAZMOXICILINA. Por ello, el día 30 fueron
vacunados los alumnos contra el violentovirus.
Todos los niños habían enviado mensajes en botellas lanzadas al mar donde indicaban
que desobedecían a los papás y profes, reñían con sus compañeros y hermanos, no
ayudan a sus compañeros… es decir, hacían “cosas” que no estaban bien, por eso
querían cambiar y ser buenos. Se les administró PAZMOXICILINA para que de ahora en adelante pudieran ser generosos,
obedientes, justos…
La violencia es muy parecida a un
virus, permanece entre nosotros invisible hasta que, de repente, estalla
causando males que a veces no se pueden reparar. La violencia destruye, muta
cuando creemos que la hemos controlado, igual que muchos virus. Por ello es
mejor curarla vacunando nuestro
propio conocimiento y reflexión sobre ella.
Ojalá acabar con la violencia fuera
tan sencillo como poner una vacuna que nos inmunizara contra la violencia. Esta
vacuna, no era una vacuna que se tomaba, sino que era una vacuna que se piensa,
se reflexiona y que permite encontrar en nuestro interior el camino de la
no-violencia. No hay una fórmula para construir la paz, sino que son los
conflictos a los que nos enfrentamos cada día los que ponen a prueba nuestra
capacidad para educar, aprender y vivir en paz.