Celebramos el Adviento. Momento de reflexión sobre su
significado.
Jesús siempre será una buena nueva.
Porque cuando el hombre vemos que ha perdido el rumbo... Jesús, con su nacimiento, le trae la posibilidad de reencontrarse a sí mismo en la humildad y en la esperanza.
En cierta ocasión un joven presumía
de gustarle empaparse debajo de la
lluvia. Pero lo cierto era que, cada vez que llovía, desplegaba un gigantesco
paraguas para protegerse de ella. Un buen amigo se le acercó y le dijo: oye, quieres mojarte de verdad ¿por qué no
cierras el paraguas?
Dejémonos empapar totalmente por esa
gran novedad que Jesús nos trae: ¡DIOS! Por
el ambiente (no exterior de la Navidad) y sí de los sentimientos que genera el
sentido auténtico de estos próximos días: JESÚS.
Ante la próxima Navidad no podemos
contentarnos con cumplir un simple expediente como cristianos o de escuchar más
o menos la Palabra de Dios. Lo importante es que NOS VOLVAMOS TOTALMENTE A ÉL; que seamos como aquella veleta que en
lo más alto del templo nos dicta a las claras
de dónde y por dónde viene el viento de la fe: desde Oriente la
Salvación.
En este tiempo de alegría ante el
amigo que viene, no podemos presentarle una vida sin fe, sin obras. Ante el
Señor que llega no cabe sino la emoción del amigo que espera, por el amigo que
llega.
DIOS NOS AMA Y POR ESO
NUNCA SE CANSARÁ DE NACER DE NUEVO